El Papalote

El papalote (o El papalote se fue a bolina)(Silvio Rodríguez)
Será por tu vivienda,
hecha de ruinas y de misterios;
porque rompías la roca
para ganarte un par de medios;
o por tus tirapiedras,
los más famosos de La Loma,
con la mejor horqueta
de la guayaba y duras gomas.

Será por todo esto
que mi memoria se empina a ratos
como tus papalotes,
los invencibles, los más baratos;
y te levanta en peso,
Narciso el Mocho, para ponerte
junto a los elegidos,
los que no caben en la muerte.

El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
Se va a bolina la imaginación.
Buena cuchilla la picó.

Una vez de tus manos
un “coronel” salió brillando.
Qué pájaro perfecto:
cuántos colores, qué lindo canto.
Ninguno de nosotros
iba a volarlo, ya se sabía:
era un encargo caro
del que mandaba, del que tenía.

Llevabas en el puño
aquel dinero de la tristeza;
dinero de aguardiente
de “El Sol de Cuba”, de la cerveza;
y te seguimos todos
a celebrarlo, sucios y locos:
para ti “Carta Oro”
y caramelos para nosotros.

La gente te chiflaba
cuando en la tarde subías borracho;
tú contestabas piedras
y maldiciones a tus muchachos.
Eras el personaje
de los trajines de tu pueblo;
eras para la gracia;
eras un viejo; eras negro.

Una noche el respeto
bajó y te puso bella corona
–respeto de mortales
que, muerto, al fin te hizo persona–.
Pobre del que pensó
–pobre de toda aquella gente–,
que el día más importante
de tu existencia fue el de tu muerte.

Silvio Rodríguez

Escaramujo

¿Por qué la tierra es mi casa?
¿Por qué la noche es oscura?
¿Por qué la luna es blancura
que engorda como adelgaza?
¿Por qué una estrella se enlaza
con otra, como un dibujo?
Y ¿por qué el escaramujo
es de la rosa y el mar?
Yo vivo de preguntar:
saber no puede ser lujo.

El agua hirviente en puchero
suelta un ánima que sube
a disolverse en la nube
que luego será aguacero.
Niño soy tan preguntero,
tan comilón del acervo,
que marchito si le pierdo
una contesta a mi pecho.
Si saber no es un derecho,
seguro será un izquierdo.

Yo vine para preguntar
flor y reflujo.
Soy de la rosa y de la mar,
como el escaramujo.

Soy aria, endecha, tonada,
soy Mahoma, soy Lao-Tsé,
soy Jesucristo y Yahvéh,
soy la serpiente emplumada,
soy la pupila asombrada
que descubre como apunta,
soy todo lo que se junta
para vivir y soñar:
soy el destino del mar:
soy un niño que pregunta.

Silvio Rodríguez